martes, 11 de agosto de 2009

De sandías y melones.

Tiene gracia, cuando menos, lo interesantes que nos ponemos los hombres (la mujer no tiende a hacer eso) cuando elegimos en el hipermercado de turno el melón o la sandía. Digo en el hiper, porque en el "super" o frutería de barrio suele ser el tendero el que te la da y es a su vez el centro de todas las iras cuando la pieza en cuestión sale mala. Pero cuando uno tiene la oportunidad de elegirla, entonces comienza el espectáculo que más bien parece drama, ya que, como este, consta de tres partes: planteamiento, nudo y desenlace... Se plantea uno si es tiempo ya de melones y sandías o si todavía no ha entrado lo suficiente el verano (tras dos meses con 42º a la sombra), coge uno la pieza y se le hace un nudo en la garganta pensando en la juerga familiar que padecerá caso de coger un pepino gigante, pero con el mismo estilo con que uno da vueltas a la copa y olfatea el vino que le pone el camarero en el restaurante para concluir que está potable el "Don Simón"..., la sopesas, la gopeas, le tocas ambos lados y concluyes que has elegido la mejor pieza del hiper..., ¡sin duda! El desenlace ya lo conocemos..., juerga en casa y a comer pepino una semana sin dejar de decir: "...¡hombre, la verdad es que bien fresquito no entra mal!... En fin, sigo creyendo que pese al teatro del hombre, lo de pillar una buena pieza sigue teniendo un 100% de suerte y el resto de ciencia..., eso sí, la experiencia me dice que en el mes de agosto, la suerte de pillarla dulce aumenta considerablemente...

Besos y abrazos.

Pequi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por si le es de ayuda y aclaración,le mando algo sobre el melón y cómo acertar en la elección de una buena pieza y no quedar como un "pepino" con la familia y los amigos.
Es un enlace a mi blog
http://desdelameseta.blogspot.com/2009/08/las-tontas-del-verano.html
Espero le guste.
Un cordial saludo