jueves, 3 de julio de 2008

El día de las sillas

Veis la silla de la foto: compacta, fuerte, robusta, pesada, sólida, práctica y funcional por su bandeja inferior para colocar los libros y carpetas..., nada que ver con una clásica silla de lona modelo "director", nada... Pero todas sus virtudes se vuelven defectos cuando hay que coger cien de ellas y meterlas en un camión para trasladarlas de la Facultad de Empresariales al Colegio Mayor Carlos V. Y es que creo que mañana toca el traslado anual de sillas para los estudiantes de metodología de Estados Unidos y Canadá y es entonces cuando su funcional y práctica bandeja para libros te golpea una y otra vez en las espinillas hasta que el dolor te hace no sentir las piernas..., de eso saben bien Paquito, Césare y San Juan de Éxeter (Enti, vaya) que me acompañan cada año en el traslado y vuelve a ser, entonces, cuando su peso y solidez se vuelve en contra de tus brazos que acaban cogiendo la longitud y la curvatura de los de un orangután..., y cuando te das cuenta de que no eran lo suficientemente compactas como para caber en el camión en un solo viaje y tienes que hacer dos... Eso sí, el camión es lo suficientemente grande por fuera como para que el primer año lo metiera por el callejón de Centro y me diera cuenta de que en el estrechamiento no cabía y hubiera que deshacer todo el camino de la calle Damasqueros marcha atrás, entre los vítores y risotadas de los presentes..., y es que, que razón tenía aquel que dijo que lo único bueno que tiene equivocarse es la alegría que provoca en los demás...

A por ellas, chicos, pero este año con espinilleras...
Pequi.

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