martes, 9 de enero de 2007

¡Canto cuarenta!

Tengo que deciros, mis bienamadas Anas, mi querido Joselín, mi estimado Ratón..., y tantos otros que me dáis la bienvenida al club, que me siento igual que ayer, es más, incluso me duele menos la espalda que tanto dañaron la aceituna y el denostado camastro del Rana que me dolía ayer. Que gran alivio, ¡vive Dios!, siente uno al ver que los largos y atenazadores tentáculos de la depresión no se han hecho con esta gallarda mente y que mi estimulante cuerpo (más para algunas que para otros) responde a las mil maravillas a los estímulos del cerebro sin queja y sin demora. Y es que aqueste cuitado prometió, hace tiempo, hacer frente a la oxidación y a la degeneración que producen el pasar del tiempo, con gestos tan sencillos y gentiles como el dejar de fumar, el usar una pócima magistral que evitara la caida del cabello y el hacer algo de ejercicio físico (reconoceros he que este lo dejé para los cuarenta y uno..., por si acaso provocara un efecto inverso, negativo y fatal) y, ¡vuelve a vivir Dios! (o sea ¿resucitó?), que han funcionado a las mil maravillas, dotándome de una destreza y una cordura desconocidas en mí, mis señoras, que deberéis disfrutar en décadas..., bueno y me voy a dejar de jilipolleces, vaya que acabe escribiendo la tercera parte del Quijote...

Lo dicho, que gracias por la bienvenida.
Pequi.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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